Soltar el control, puede ser un ejercicio muy liberador para la creatividad de las personas.

Hacerlo, es atreverse a lo desconocido, a deshacerse de los  prejuicios, a dejar que las cosas fluyan de forma natural y a confiar en otros. No es malo tener cierto control de lo que pasa en nuestra vida, nos da estabilidad y nos ayuda en la organización. Pero no debemos olvidar que la flexibilidad es mayor virtud, nos sirve para  adaptarnos a la naturaleza, a los cambios sociales,  sus acontecimientos y a la forma en cómo nos  organizamos. A Darwin se le atribuye la  famosa frase “No sobrevive el más fuerte sino el que mejor se adapta” .

Cuando dos personas interactúan,  empeñados  en mantener cada uno el control, viene el “ensimismamiento” y la lucha silenciosa por el poder, se desconectan del presente y del otro, les cuesta escuchar, se ponen histéricos  o se deprimen si las cosas no salen cómo quieren, o si el otro no cumple  las expectativas deseadas. Cuando se habita  en ese estado, la creatividad también se ve afectada, porque se encierra en los parámetros de cada uno. Dificulta la colaboración en el trabajo de equipo e incluso puede destruir las buenas relaciones. ¿Te ha pasado alguna vez?

Adultos mayores haciendo Impro

Adultos mayores haciendo Impro

¿Cómo aprender a soltar más el control y no morir en el intento?

No sería mala idea  tomar un curso, al menos una vez por semana,  de alguna  disciplina artística que nos guste. En general, todas podrían ayudar, pero sobre todo si hay que interactuar  con más gente, cómo el baile o el teatro. También  los deportes en equipo o cuando juegas con otro. Ese es un ejercicio constante de adaptación. 

De las artísticas, la Impro (Improvisación teatral) se lleva las medallas, porque es «el arte de soltar el control». En general, los cursos o  talleres de esta forma teatral,  son  como un «gimnasio» en el que  se entrenan distintas habilidades como «creatividad y comunicación», que incluyen todo lo que tiene que ver con el teatro, la narrativa y la auto expresión. Pero otro  pilar es «La colaboración»  porque tienen que aprender a trabajar juntos de forma eficiente, para «crear improvisadamente frente a los ojos del espectador». Por eso, actores y actrices de este gimnasio,  deben aprender a  “soltar el control y dejarse llevar», pero ojo, también deben saber «tomar el control«, para después  soltarlo una y otra vez a su antojo. La constancia crea flexibilidad. De hecho, la  capacidad para crear colaborativamente, es una de las cualidades  que más celebra el público cuando ve a un buen grupo en el escenario.

Depende un poco de quien sea el entrenador, pero casi siempre el clima es positivo y motivador en las clases. 

Hay  una linda  metáfora que habla de esto,  aparece en el libro “Visualización creativa, de Shakti Gawain”

 

Imaginemos que la vida es un río.

La mayoría de la gente se ajena a la orilla, temerosa

de soltarse y arriesgarse a ser arrastrada por la corriente.

En un determinado momento, todos debemos estar

dispuestos a soltarnos, confiando en que el río nos lleve

sanos y salvos. Si es así, es porque hemos aprendido a «dejarnos llevar por la corriente», y esa sensación es maravillosa. En cuanto nos acostumbramos al fluir de la corriente,

podemos mirar hacía delante y marcarnos nuestro propio

curso, sorteando los obstáculos, adentrándonos por

los canales y brazos del río que prefiramos, sin por ello

dejar de «ir con la corriente».

 

 

30 de septiembre, 2021

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